lunes, 29 de noviembre de 2010

Cómo me inicié en la locución (parte II)

Por: Jaime Rodríguez

Mi primer contacto con el micrófono

A la edad de 10 años ya soñaba con ser cantante. En el patio de mi casa improvisaba una batería con botes y cualquier objeto que emitiera sonido y me ponía a tocar y cantar. Esa inquietud me llevó a tener mi primer contacto con el micrófono desde un escenario en 1990, cuando ya tenía 14 años y cursaba segundo básico. Me inscribí en el festival de la canción, organizado con motivo del  aniversario del Instituto INPAL de Palín, donde cursé el ciclo de educación básica de 1989 a 1991.

Tengo presente aquel momento, con todos sus detalles. El presentador del festival era nuestro catedrático de Formación Musical y luego de Matemática, el profesor Héctor Leonardo Benito (Q.E.P.D.). El jurado calificador lo integraban Eduardo “Guayo” Quezada y el profesor Samuel Navas. Había otra persona en el jurado, de quien no recuerdo el nombre. Rudy Paz, un amigo no vidente, nos acompañaría a todos los participantes con su guitarra. Había escuchado una canción de Juan Gabriel, me gustó, así que decidí participar con esa pieza. Unos días antes se realizó el ensayo con Rudy.

El día llegó. Las piernas me temblaban antes de mi participación. Las manos me sudaban. No era para menos; yo era uno de las personas más tímidas del grado y del instituto, y en esa ocasión me iban a ver y escuchar cantar. No estaba acostumbrado a ese ambiente. Mi papá llegó a verme en aquella ocasión y, al parecer, estaba igual de nervioso. Llegó el momento. El profesor Benito me presentó, mis compañeros de grado gritaron y aplaudieron, pues era su representante en ese festival. Con un acorde, Rudy me dio la indicación para empezar a cantar e interpreté la canción “Rosenda”. Fue muy emocionante cuando, al final, el jurado calificador anunció a los ganadores y sobre todo escuchar que Jaime Rodríguez había ganado el primer lugar.

De allí en adelante me tomé confianza y aprovechaba cada oportunidad que se me presentaba para cantar. En 1992 ingresé al Instituto Nacional de Perito en Mercadotecnia y Publicidad de Escuintla y participaba en todas las celebraciones del establecimiento. Así se dio ese primer contacto con el micrófono.

Mi primer contacto con la radio

Con el paso del tiempo, el ser humano va dilucidando muchas cosas, relacionando hechos y sacando conclusiones. Todo sucede por alguna razón, aunque a veces no entendemos esa dinámica de la vida. Mi primer contacto con la radio no sucedió por el deseo de ser locutor,  pero, sin imaginarlo, fue parte del camino. Escuchar radio, ponerle atención a todo lo que las emisoras hacían, interesarme en sus promociones, etc. eran cosas que no ocurrían por casualidad.

Cómo me inicié en la locución (parte I)

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cómo me inicié en la locución (parte I)

Por: Jaime Rodríguez

Antes de explicar de qué manera se me dio la oportunidad de entrar al mundo de la radio y, por ende, al mundo de la locución, recordaré algunas cosas que ocurrieron mucho antes, cuando no tenía ni la idea ni la ilusión de, algún día, ser locutor pero que, inconscientemente, fueron mis primeros pasos en esta apasionante profesión.

Para contar la historia completa, empezaré por describir el contexto en el cual crecí. Nací en Escuintla el 04 de agosto de 1976, en una colonia llamada “Hunapú”, en la cual mis padres vivieron hasta que yo tenía casi 9 años. En 1985, por azares del destino, mis padres se trasladaron a Palín, municipio situado a 17 kilómetros de la cabecera departamental de Escuintla.

Llegamos a Granjas Bella Vista, un área rural ubicada a un kilómetro y medio, aproximadamente, de la cabecera municipal. Recuerdo, como un dato muy simpático, que en mi casa podía faltar cualquier cosa, menos música. Y para escucharla no era necesario un gran equipo de sonido. En una radiograbadora que mi padre, Armides, había comprado de segunda mano, escuchaba las canciones de David Zaizar, Antonio Aguilar, Gerardo Reyes, Lorenzo de Monteclaro, Dueto América, Los Tigres del Norte, Vicente Fernández, El Charro Avitia, Martín y Malena, Cornelio Reina y de otros cantantes que a mi padre le evocaban vivencias de su juventud.

Conocí y memoricé muchas canciones rancheras. Eran mis tíos Alirio y Noé Ríos quienes le grababan a mi padre los cassettes que yo me encargaba de escuchar cuando él no estaba. Luego, era mi primo Ervin Vásquez quien le enviaba de Estados Unidos, cassettes con música de Ramón Ayala, Los Cadetes de Linares, Los Invasores de Nuevo León, Los Cardenales de Nuevo León, Los Relámpagos del Norte y otros cantantes de música norteña.

Cuando se trataba de escuchar radio escuchaba Radio Mundial, Radio Tropicana, Radio Palmeras, Radio Escuintla, Radio Emperador, Radio Sonora y Radio Fiesta. Todas estas las encontraba en AM y eran emisoras de música popular. Cuando descubrí la FM en esa radiograbadora empecé a escuchar las únicas emisoras que podía sintonizar en Palín: Radio Ritmo, LC Stereo y Stereo 105; estas transmitían desde Escuintla.

Escuchando radio empecé a familiarizarme con la música tropical, sobre todo con la cumbia, que era el género que más se escuchaba en aquel contexto. Me entretenía escuchando a Rigo Tovar, Lila y su Tropical Perla del Mar, Los Audaces del Ritmo, El Super Show de Los Vásquez, Rigo Domínguez y su grupo Audaz, Pastor López, Aniceto Molina y La Sonora Dinamita, entre otros. Ya se me había vuelto costumbre memorizar las canciones. Toda esta relación con la música despertó en mí el deseo de ser cantante.


Cómo me inicié en la locución (parte II)