¿Técnicas o actitud?
Por: Jaime Rodríguez
Hace unos meses fui invitado por mi amigo Carlos Gómez, director de Radio Qawinaqel,
en Palín, Escuintla, para compartir parte de mi experiencia en el mundo de la
locución. Se trataba de una reunión de formación que él organizó para el
personal de dicha radio, en su mayoría jóvenes. Más que una exposición formal,
fue una conversación que me permitió ver hacia atrás, recordar los hechos que
más enseñanza me han dejado durante mi carrera y compartirlo con los
participantes.
Al
principio me sentí incómodo, pues hablar de mí mismo resultaba un acto de
vanidad, lejos de la humildad que tantos buenos resultados me ha dado. Pero es
eso lo que Carlos me solicitó, por lo tanto tuve que hacerlo de la manera más
modesta que me fue posible.
Quiero
centrarme, en este artículo, en la primera pregunta que me pidieron responder:
¿Qué técnicas te han permitido crecer en tu trabajo como locutor? Fue una
pregunta que me hizo reflexionar y pensar en algo que no solamente podría hacer
crecer la carrera de un locutor, sino de cualquier profesional.
Más
que técnicas, pensé, es un asunto de actitud. Si no hay actitud, no hay técnica
que dé resultados. Así les respondí. Todo comienza con una meta. ¿Dónde nos queremos ver en determinado tiempo?
A
esto le agregué: preparación. Una
vez tenemos una meta trazada, para alcanzarla es de vital importancia que nos
preparemos, que siempre busquemos la manera para aprender más, aprovechar
cualquier oportunidad para convertirla en una lección, por sencilla o compleja
que sea; algo descubriremos. Aquí nos encontraremos con las técnicas, las
cuales debemos acompañar con un constante entrenamiento.
A
las metas y a la preparación, le sumaría la perseverancia; la fortaleza de carácter para no dejarnos vencer por
las adversidades. En el camino encontraremos desencantos, desilusiones y otras
cosas que pudieran desanimarnos. Sin embargo, nuestras metas deben ser lo más
importante, tanto que ningún inconveniente sea capaz de hacernos abandonar el trabajo que requiere alcanzarlas.
Y,
por último, no reducir la comunicación o nuestro perfil como comunicadores a
una tarea específica, por ejemplo a una cabina de radio. Se trata de
convertirnos en ese elemento que el mercado laboral de los medios de
comunicación busca en los tiempos que corren: un profesional completo, capaz de
responder a diversas tareas con calidad y profesionalismo; introducirnos en
campos nuevos, al final del día los mayores beneficiado seremos nosotros,
aunque de alguna manera tengamos que pagar el precio de nuestro aprendizaje,
quizá haciendo algunas tareas ad honorem. ¡El esfuerzo vale la pena!