jueves, 6 de noviembre de 2014

¿Técnicas o actitud?



¿Técnicas o actitud?

Por: Jaime Rodríguez
Hace unos meses fui invitado por mi amigo Carlos Gómez, director de Radio Qawinaqel, en Palín, Escuintla, para compartir parte de mi experiencia en el mundo de la locución. Se trataba de una reunión de formación que él organizó para el personal de dicha radio, en su mayoría jóvenes. Más que una exposición formal, fue una conversación que me permitió ver hacia atrás, recordar los hechos que más enseñanza me han dejado durante mi carrera y compartirlo con los participantes.

Al principio me sentí incómodo, pues hablar de mí mismo resultaba un acto de vanidad, lejos de la humildad que tantos buenos resultados me ha dado. Pero es eso lo que Carlos me solicitó, por lo tanto tuve que hacerlo de la manera más modesta que me fue posible.

Quiero centrarme, en este artículo, en la primera pregunta que me pidieron responder: ¿Qué técnicas te han permitido crecer en tu trabajo como locutor? Fue una pregunta que me hizo reflexionar y pensar en algo que no solamente podría hacer crecer la carrera de un locutor, sino de cualquier profesional.

Más que técnicas, pensé, es un asunto de actitud. Si no hay actitud, no hay técnica que dé resultados. Así les respondí. Todo comienza con una meta. ¿Dónde nos queremos ver en determinado tiempo?

A esto le agregué: preparación. Una vez tenemos una meta trazada, para alcanzarla es de vital importancia que nos preparemos, que siempre busquemos la manera para aprender más, aprovechar cualquier oportunidad para convertirla en una lección, por sencilla o compleja que sea; algo descubriremos. Aquí nos encontraremos con las técnicas, las cuales debemos acompañar con un constante entrenamiento.

A las metas y a la preparación, le sumaría la perseverancia; la fortaleza de carácter para no dejarnos vencer por las adversidades. En el camino encontraremos desencantos, desilusiones y otras cosas que pudieran desanimarnos. Sin embargo, nuestras metas deben ser lo más importante, tanto que ningún inconveniente sea capaz de hacernos abandonar el trabajo que requiere alcanzarlas.

Y, por último, no reducir la comunicación o nuestro perfil como comunicadores a una tarea específica, por ejemplo a una cabina de radio. Se trata de convertirnos en ese elemento que el mercado laboral de los medios de comunicación busca en los tiempos que corren: un profesional completo, capaz de responder a diversas tareas con calidad y profesionalismo; introducirnos en campos nuevos, al final del día los mayores beneficiado seremos nosotros, aunque de alguna manera tengamos que pagar el precio de nuestro aprendizaje, quizá haciendo algunas tareas ad honorem. ¡El esfuerzo vale la pena!

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