lunes, 29 de noviembre de 2010

Cómo me inicié en la locución (parte II)

Por: Jaime Rodríguez

Mi primer contacto con el micrófono

A la edad de 10 años ya soñaba con ser cantante. En el patio de mi casa improvisaba una batería con botes y cualquier objeto que emitiera sonido y me ponía a tocar y cantar. Esa inquietud me llevó a tener mi primer contacto con el micrófono desde un escenario en 1990, cuando ya tenía 14 años y cursaba segundo básico. Me inscribí en el festival de la canción, organizado con motivo del  aniversario del Instituto INPAL de Palín, donde cursé el ciclo de educación básica de 1989 a 1991.

Tengo presente aquel momento, con todos sus detalles. El presentador del festival era nuestro catedrático de Formación Musical y luego de Matemática, el profesor Héctor Leonardo Benito (Q.E.P.D.). El jurado calificador lo integraban Eduardo “Guayo” Quezada y el profesor Samuel Navas. Había otra persona en el jurado, de quien no recuerdo el nombre. Rudy Paz, un amigo no vidente, nos acompañaría a todos los participantes con su guitarra. Había escuchado una canción de Juan Gabriel, me gustó, así que decidí participar con esa pieza. Unos días antes se realizó el ensayo con Rudy.

El día llegó. Las piernas me temblaban antes de mi participación. Las manos me sudaban. No era para menos; yo era uno de las personas más tímidas del grado y del instituto, y en esa ocasión me iban a ver y escuchar cantar. No estaba acostumbrado a ese ambiente. Mi papá llegó a verme en aquella ocasión y, al parecer, estaba igual de nervioso. Llegó el momento. El profesor Benito me presentó, mis compañeros de grado gritaron y aplaudieron, pues era su representante en ese festival. Con un acorde, Rudy me dio la indicación para empezar a cantar e interpreté la canción “Rosenda”. Fue muy emocionante cuando, al final, el jurado calificador anunció a los ganadores y sobre todo escuchar que Jaime Rodríguez había ganado el primer lugar.

De allí en adelante me tomé confianza y aprovechaba cada oportunidad que se me presentaba para cantar. En 1992 ingresé al Instituto Nacional de Perito en Mercadotecnia y Publicidad de Escuintla y participaba en todas las celebraciones del establecimiento. Así se dio ese primer contacto con el micrófono.

Mi primer contacto con la radio

Con el paso del tiempo, el ser humano va dilucidando muchas cosas, relacionando hechos y sacando conclusiones. Todo sucede por alguna razón, aunque a veces no entendemos esa dinámica de la vida. Mi primer contacto con la radio no sucedió por el deseo de ser locutor,  pero, sin imaginarlo, fue parte del camino. Escuchar radio, ponerle atención a todo lo que las emisoras hacían, interesarme en sus promociones, etc. eran cosas que no ocurrían por casualidad.

Cómo me inicié en la locución (parte I)

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cómo me inicié en la locución (parte I)

Por: Jaime Rodríguez

Antes de explicar de qué manera se me dio la oportunidad de entrar al mundo de la radio y, por ende, al mundo de la locución, recordaré algunas cosas que ocurrieron mucho antes, cuando no tenía ni la idea ni la ilusión de, algún día, ser locutor pero que, inconscientemente, fueron mis primeros pasos en esta apasionante profesión.

Para contar la historia completa, empezaré por describir el contexto en el cual crecí. Nací en Escuintla el 04 de agosto de 1976, en una colonia llamada “Hunapú”, en la cual mis padres vivieron hasta que yo tenía casi 9 años. En 1985, por azares del destino, mis padres se trasladaron a Palín, municipio situado a 17 kilómetros de la cabecera departamental de Escuintla.

Llegamos a Granjas Bella Vista, un área rural ubicada a un kilómetro y medio, aproximadamente, de la cabecera municipal. Recuerdo, como un dato muy simpático, que en mi casa podía faltar cualquier cosa, menos música. Y para escucharla no era necesario un gran equipo de sonido. En una radiograbadora que mi padre, Armides, había comprado de segunda mano, escuchaba las canciones de David Zaizar, Antonio Aguilar, Gerardo Reyes, Lorenzo de Monteclaro, Dueto América, Los Tigres del Norte, Vicente Fernández, El Charro Avitia, Martín y Malena, Cornelio Reina y de otros cantantes que a mi padre le evocaban vivencias de su juventud.

Conocí y memoricé muchas canciones rancheras. Eran mis tíos Alirio y Noé Ríos quienes le grababan a mi padre los cassettes que yo me encargaba de escuchar cuando él no estaba. Luego, era mi primo Ervin Vásquez quien le enviaba de Estados Unidos, cassettes con música de Ramón Ayala, Los Cadetes de Linares, Los Invasores de Nuevo León, Los Cardenales de Nuevo León, Los Relámpagos del Norte y otros cantantes de música norteña.

Cuando se trataba de escuchar radio escuchaba Radio Mundial, Radio Tropicana, Radio Palmeras, Radio Escuintla, Radio Emperador, Radio Sonora y Radio Fiesta. Todas estas las encontraba en AM y eran emisoras de música popular. Cuando descubrí la FM en esa radiograbadora empecé a escuchar las únicas emisoras que podía sintonizar en Palín: Radio Ritmo, LC Stereo y Stereo 105; estas transmitían desde Escuintla.

Escuchando radio empecé a familiarizarme con la música tropical, sobre todo con la cumbia, que era el género que más se escuchaba en aquel contexto. Me entretenía escuchando a Rigo Tovar, Lila y su Tropical Perla del Mar, Los Audaces del Ritmo, El Super Show de Los Vásquez, Rigo Domínguez y su grupo Audaz, Pastor López, Aniceto Molina y La Sonora Dinamita, entre otros. Ya se me había vuelto costumbre memorizar las canciones. Toda esta relación con la música despertó en mí el deseo de ser cantante.


Cómo me inicié en la locución (parte II)

lunes, 5 de abril de 2010

Discurso de toma de posesión de Barack Obama


Aquí les dejo el discurso pronunciado por Barack Obama, en la toma de posesión como Presidente de Los Estados Unidos de América el 20 de enero de 2009, traducido al español. Este discurso fue redactado por Jon Favreau, un joven de 27 años, quien ahora es el Director de Escritura de Discursos (Sepeechwriting Director) del staff de Obama. Jon Favreau es la tercera persona más joven del equipo de trabajo de Obama. Reggie Love, el Asistente Personal de Obama tiene 26 años. Eugene Kang, el Asistente Especial del Presidente tiene 24 años. Que lo disfruten.

“Me presento aquí hoy humildemente consciente de la tarea que nos aguarda, agradecido por la confianza que habéis depositado en mí, conocedor de los sacrificios que hicieron nuestros antepasados. Doy gracias al presidente Bush por su servicio a nuestra nación y por la generosidad y la cooperación que ha demostrado en esta transición.
Son ya 44 los estadounidenses que han prestado juramento como presidentes. Lo han hecho durante mareas de prosperidad y en aguas pacíficas y tranquilas. Sin embargo, en ocasiones, este juramento se ha prestado en medio de nubes y tormentas. En esos momentos, Estados Unidos ha seguido adelante, no sólo gracias a la pericia o la visión de quienes ocupaban el cargo, sino porque Nosotros, el Pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antepasados y a nuestros documentos fundacionales. Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de estadounidenses.
Es bien sabido que estamos en medio de una crisis. Nuestro país está en guerra contra una red de violencia y odio de gran alcance. Nuestra economía se ha debilitado enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era. Se han perdido casas; se han eliminado empleos; se han cerrado empresas. Nuestra sanidad es muy cara; nuestras escuelas tienen demasiados fallos; y cada día trae nuevas pruebas de que nuestros usos de la energía fortalecen a nuestros adversarios y ponen en peligro el planeta.
Estos son indicadores de una crisis, sujetos a datos y estadísticas. Menos fácil de medir pero no menos profunda es la destrucción de la confianza en todo nuestro territorio, un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y la próxima generación tiene que rebajar sus miras. Hoy os digo que los problemas que nos aguardan son reales. Son graves y son numerosos. No será fácil resolverlos, ni podrá hacerse en poco tiempo. Pero debes tener clara una cosa, América: los resolveremos.
Hoy estamos reunidos aquí porque hemos escogido la esperanza por encima del miedo, el propósito común por encima del conflicto y la discordia. Hoy venimos a proclamar el fin de las disputas mezquinas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que durante tanto tiempo han sofocado nuestra política.
Seguimos siendo una nación joven, pero, como dicen las Escrituras, ha llegado la hora de dejar a un lado las cosas infantiles. Ha llegado la hora de reafirmar nuestro espíritu de resistencia; de escoger lo mejor que tiene nuestra historia; de llevar adelante ese precioso don, esa noble idea, transmitida de generación en generación: la promesa hecha por Dios de que todos somos iguales, todos somos libres, y todos merecemos una oportunidad de buscar toda la felicidad que nos sea posible.
Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, sabemos que esa grandeza no es nunca un regalo. Hay que ganársela. Nuestro viaje nunca ha estado hecho de atajos ni se ha conformado con lo más fácil. No ha sido nunca un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo, o no buscan más que los placeres de la riqueza y la fama. Han sido siempre los audaces, los más activos, los constructores de cosas -algunos reconocidos, pero, en su mayoría, hombres y mujeres cuyos esfuerzos permanecen en la oscuridad- los que nos han impulsado en el largo y arduo sendero hacia la prosperidad y la libertad.
Por nosotros empaquetaron sus escasas posesiones terrenales y cruzaron océanos en busca de una nueva vida. Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y colonizaron el Oeste; soportaron el látigo y labraron la dura tierra. Por nosotros combatieron y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn. Una y otra vez, esos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener las manos en carne viva, para que nosotros pudiéramos tener una vida mejor. Vieron que Estados Unidos era más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales; más grande que todas las diferencias de origen, de riqueza, de partido.
Ése es el viaje que hoy continuamos. Seguimos siendo el país más próspero y poderoso de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando comenzó esta crisis. Nuestras mentes no son menos imaginativas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado ni el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el periodo del inmovilismo, de proteger estrechos intereses y aplazar decisiones desagradables ha terminado; a partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y empezar a trabajar para reconstruir Estados Unidos.
Porque, miremos donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía exige actuar con audacia y rapidez, y vamos a actuar; no sólo para crear nuevos puestos de trabajo, sino para sentar nuevas bases de crecimiento. Construiremos las carreteras y los puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que nutren nuestro comercio y nos unen a todos. Volveremos a situar la ciencia en el lugar que le corresponde y utilizaremos las maravillas de la tecnología para elevar la calidad de la atención sanitaria y rebajar sus costes. Aprovecharemos el sol, los vientos y la tierra para hacer funcionar nuestros coches y nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y nuestras universidades para que respondan a las necesidades de una nueva era. Podemos hacer todo eso. Y todo lo vamos a hacer.
Ya sé que hay quienes ponen en duda la dimensión de mis ambiciones, quienes sugieren que nuestro sistema no puede soportar demasiados grandes planes. Tienen mala memoria. Porque se han olvidado de lo que ya ha hecho este país; de lo que los hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une a un propósito común y la necesidad al valor.
Lo que no entienden los escépticos es que el terreno que pisan ha cambiado, que las manidas discusiones políticas que nos han consumido durante tanto tiempo ya no sirven. La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno interviene demasiado o demasiado poco, sino si sirve de algo: si ayuda a las familias a encontrar trabajo con un sueldo decente, una sanidad que puedan pagar, una jubilación digna. En los programas en los que la respuesta sea sí, seguiremos adelante. En los que la respuesta sea no, los programas se cancelarán. Y los que manejemos el dinero público tendremos que responder de ello -gastar con prudencia, cambiar malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día-, porque sólo entonces podremos restablecer la crucial confianza entre el pueblo y su gobierno.
Tampoco nos planteamos si el mercado es una fuerza positiva o negativa. Su capacidad de generar riqueza y extender la libertad no tiene igual, pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede descontrolarse, y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando sólo favorece a los que ya son prósperos. El éxito de nuestra economía ha dependido siempre, no sólo del tamaño de nuestro producto interior bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad; de nuestra capacidad de ofrecer oportunidades a todas las personas, no por caridad, sino porque es la vía más firme hacia nuestro bien común.
En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros Padres Fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, elaboraron una carta que garantizase el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha perfeccionado con la sangre de generaciones. Esos ideales siguen iluminando el mundo, y no vamos a renunciar a ellos por conveniencia. Por eso, a todos los demás pueblos y gobiernos que hoy nos contemplan, desde las mayores capitales hasta la pequeña aldea en la que nació mi padre, os digo: sabed que Estados Unidos es amigo de todas las naciones y todos los hombres, mujeres y niños que buscan paz y dignidad, y que estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo.
Recordemos que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y el comunismo no sólo con misiles y carros de combate, sino con alianzas sólidas y convicciones duraderas. Comprendieron que nuestro poder no puede protegernos por sí solo, ni nos da derecho a hacer lo que queramos. Al contrario, sabían que nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderación que deriva de la humildad y la contención.
Somos los guardianes de este legado. Guiados otra vez por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen un esfuerzo aún mayor, más cooperación y más comprensión entre naciones. Empezaremos a dejar Irak, de manera responsable, en manos de su pueblo, y a forjar una merecida paz en Afganistán. Trabajaremos sin descanso con viejos amigos y antiguos enemigos para disminuir la amenaza nuclear y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. No pediremos perdón por nuestra forma de vida ni flaquearemos en su defensa, y a quienes pretendan conseguir sus objetivos provocando el terror y asesinando a inocentes les decimos que nuestro espíritu es más fuerte y no podéis romperlo; no duraréis más que nosotros, y os derrotaremos.
Porque sabemos que nuestra herencia multicolor es una ventaja, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos e hindúes, y no creyentes. Somos lo que somos por la influencia de todas las lenguas y todas las culturas de todos los rincones de la Tierra; y porque probamos el amargo sabor de la guerra civil y la segregación, y salimos de aquel oscuro capítulo más fuertes y más unidos, no tenemos más remedio que creer que los viejos odios desaparecerán algún día; que las líneas tribales pronto se disolverán; y que Estados Unidos debe desempeñar su papel y ayudar a iniciar una nueva era de paz.
Al mundo musulmán: buscamos un nuevo camino hacia adelante, basado en intereses mutuos y mutuo respeto. A esos líderes de todo el mundo que pretenden sembrar el conflicto o culpar de los males de su sociedad a Occidente: sabed que vuestro pueblo os juzgará por lo que seáis capaces de construir, no por lo que destruyáis. A quienes se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y acallando a los que disienten, tened claro que la historia no está de vuestra parte; pero estamos dispuestos a tender la mano si vosotros abrís el puño.
A los habitantes de los países pobres: nos comprometemos a trabajar a vuestro lado para conseguir que vuestras granjas florezcan y que fluyan aguas potables; para dar de comer a los cuerpos desnutridos y saciar las mentes sedientas. Y a esas naciones que, como la nuestra, disfrutan de una relativa riqueza, les decimos que no podemos seguir mostrando indiferencia ante el sufrimiento que existe más allá de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos mundiales sin tener en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros debemos cambiar con él.
Mientras reflexionamos sobre el camino que nos espera, recordamos con humilde gratitud a esos valerosos estadounidenses que en este mismo instante patrullan desiertos lejanos y montañas remotas. Tienen cosas que decirnos, del mismo modo que los héroes caídos que yacen en Arlington nos susurran a través del tiempo. Les rendimos homenaje no sólo porque son guardianes de nuestra libertad, sino porque encarnan el espíritu de servicio, la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Y sin embargo, en este momento -un momento que definirá a una generación-, ese espíritu es precisamente el que debe llenarnos a todos.
Porque, con todo lo que el gobierno puede y debe hacer, a la hora de la verdad, la fe y el empeño del pueblo norteamericano son el fundamento supremo sobre el que se apoya esta nación. La bondad de dar cobijo a un extraño cuando se rompen los diques, la generosidad de los trabajadores que prefieren reducir sus horas antes que ver cómo pierde su empleo un amigo: eso es lo que nos ayuda a sobrellevar los tiempos más difíciles. Es el valor del bombero que sube corriendo por una escalera llena de humo, pero también la voluntad de un padre de cuidar de su hijo; eso es lo que, al final, decide nuestro destino.
Nuestros retos pueden ser nuevos. Los instrumentos con los que los afrontamos pueden ser nuevos. Pero los valores de los que depende nuestro éxito -el esfuerzo y la honradez, el valor y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo- son algo viejo. Son cosas reales. Han sido el callado motor de nuestro progreso a lo largo de la historia. Por eso, lo que se necesita es volver a estas verdades. Lo que se nos exige ahora es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos obligaciones con nosotros mismos, nuestro país y el mundo; unas obligaciones que no aceptamos a regañadientes sino que asumimos de buen grado, con la firme convicción de que no existe nada tan satisfactorio para el espíritu, que defina tan bien nuestro carácter, como la entrega total a una tarea difícil.
Éste es el precio y la promesa de la ciudadanía.
Ésta es la fuente de nuestra confianza; la seguridad de que Dios nos pide que dejemos huella en un destino incierto.
Éste es el significado de nuestra libertad y nuestro credo, por lo que hombres, mujeres y niños de todas las razas y todas las creencias pueden unirse en celebración en este grandioso Mall y por lo que un hombre a cuyo padre, no hace ni 60 años, quizá no le habrían atendido en un restaurante local, puede estar ahora aquí, ante vosotros, y prestar el juramento más sagrado.
Marquemos, pues, este día con el recuerdo de quiénes somos y cuánto camino hemos recorrido. En el año del nacimiento de Estados Unidos, en el mes más frío, un pequeño grupo de patriotas se encontraba apiñado en torno a unas cuantas hogueras mortecinas a orillas de un río helado. La capital estaba abandonada. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en el que el resultado de nuestra revolución era completamente incierto, el padre de nuestra nación ordenó que leyeran estas palabras:
"Que se cuente al mundo futuro... que en el más profundo invierno, cuando no podía sobrevivir nada más que la esperanza y la virtud... la ciudad y el campo, alarmados ante el peligro común, se apresuraron a hacerle frente".
América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras dificultades, recordemos estas palabras eternas. Con esperanza y virtud, afrontemos una vez más las corrientes heladas y soportemos las tormentas que puedan venir. Que los hijos de nuestros hijos puedan decir que, cuando se nos puso a prueba, nos negamos a permitir que se interrumpiera este viaje, no nos dimos la vuelta ni flaqueamos; y que, con la mirada puesta en el horizonte y la gracia de Dios con nosotros, seguimos llevando hacia adelante el gran don de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones futuras.
Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América.”

miércoles, 26 de agosto de 2009

Como empezar un discurso

Como Empezar un Discurso

Julio Rodríguez, socio Director de Avanda Consultores, empresa que presta servicios de consultoría sobre recursos humanos, detalla las cualidades de un orador eficaz:

Es una persona creíble, es decir debe transmitir credibilidad y honestidad.

Es una persona competente. Al realizar una exposición, el orador cuenta, al principio con un máximo de 60 segundos para demostrar conocimiento y competencia sobre el tema. Si en esos 60 segundos no se capta la atención del público, ese público se perderá.

Es una persona compatible. Las personas que asisten a una conferencia o a escuchar un discurso buscan personas afines a ellas, no personas soberbias o que se sienta con grandes conocimientos por encima de ellas.

Es capaz de conectarse. A las personas les interesa, primero, saber cuan importantes son para el orador o expositor, antes de conocer cuánto sabe sobre el tema. Dicho de otra manera, hasta que se identifica el interés genuino por transmitirles una idea, es cuando la gente está interesada en escucharlo.

Es una persona dinámica, que transmite entusiasmo con sus ideas.

Un buen orador es como un buen vino, requiere tiempo, esfuerzo, trabajo, constancia y sobre todo mucha práctica.

El escritor colombiano, Gabriel García Márquez, dice que
en la primera línea de una novela se gana o se pierde al lector.

El inicio de un discurso, charla o conferencia es, por lo tanto, de vital importancia para alcanzar el éxito en la misma. Para ello se recomiendan algunas formas de comenzar, dentro de las que se pueden mencionar las siguientes:

· Una frase célebre.


«Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando convoca a la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta». Por mil pueblos, por mil caminos, durante miles de días recorriendo el país durante estos últimos casi cinco años, yo repetí delante de muchísimos venezolanos esta frase pronunciada por nuestro Padre infinito, El Libertador. También delante de otro Congreso, el Congreso de la República Grande, el
Congreso de Angostura de 1819, el Congreso de donde nació la Tercera Gran República, la del poder moral, la de la Gran Colombia, de la de unidad latinoamericana, caribeña, repetIa yo mucho esa frase y en los últimos meses de la insólita campaña electoral de 1998, porque fue insólita de verdad, dije inspirado por la certeza aquella de Walt Whitman cuando decía: «seguro como la más segura de las certidumbres» así andábamos por los caminos seguros de que este día iba a llegar.

(Discurso de toma de posesión como Presidente de Venezuela, de Hugo Chávez, en 1999)


· Una anécdota.

Tengo el honor de estar hoy aquí con ustedes en su comienzo en una de las mejores universidades del mundo. La verdad sea dicha, yo nunca me gradué.
A decir verdad, esto es lo más cerca que jamás he estado de una graduación universitaria.
Hoy les quiero contar tres historias de mi vida. Nada especial. Sólo tres historias.

(Discurso de Steve Jobs - CEO de Apple, en la Universidad de Stanford)

· Una reflexión

Ya se han cumplido ventiún años de la última conflagración mundial, y diversas publicaciones, en distintos idiomas, celebran el final de la contienda, simbolizado por la derrota de Japón. Existe un clima de aparente optimismo entre los sectores de opinión más dispares.

Ventiún años sin guerra mundial, en estos tiempos de confrontaciones incongruentes, de disparidad y de cambio, parecen muchos; pero, incluso sin tener en cuenta factores ajenos a esa paz -miseria, degradación, explotación-, cabe preguntarse si es real.

(Discurso de Ernesto Guevara “Mensaje a los Pueblos del Mundo a través de la Tricontinental”, pronunciado el 16 de Abril de 1967)


Hay gente que tiene odio en sus corazones hacia los británicos. Yo he oído a gente decir que estaban disgustados con ellos. La mente de la gente común no diferencia entre un británico y la forma imperialista de su gobierno. Para ellos ambos son lo mismo. Hay gente a la que no le importa la llegada de los japoneses. Para ellos, quizá, significaría un cambio de amos.

(Discurso de Mohandas Gandhi al Congreso Indio el 7 de agosto de 1942 en plena Segunda Guerra Mundial sobre la ayuda al Gobierno Británico)

· Una pregunta

¡Compatriotas, hombres y mujeres alemanes!
En el invierno del año 1919-1920, nosotros los nacionalsocialistas formulamos por primera vez públicamente la pregunta al Pueblo Alemán: ¿Quién es culpable de la guerra? En vista de la orientación del gobierno de entonces de los héroes de noviembre, "diputados del pueblo", así como por la total confusión de las masas seducidas por éstos, esto era una empresa arriesgada.


(Discurso de Adolf Hitler pronunciado el 13 de Abril de 1923 sobre el Judío "El enemigo de los Pueblos")

¿Por qué? se preguntan algunos, elegimos la luna. ¿Por qué elegimos esto como nuestra meta? Y talvez, también se pregunten ¿Por qué escalar la montaña más alta? ¿Por qué 35 años atrás volamos sobre el atlántico?...

(Famoso discurso de Kennedy sobre el programa espacial norteamericano en Rice University el 12 de Septiembre de 1962. En este discurso Kennedy anuncia su intención de poner a un hombre en la Luna antes de que terminase la década. El 20 de Julio de 1969, 7 años más tarde, Neil Amstrong se convertiría en el primer hombre en pisar la superficie de nuestro satélite
)

No iniciar un discurso con frases como las siguientes:

No se preocupen, que voy a ser breve…

La advertencia de que será breve indica que lo que se va a decir no tiene mucha importancia. Hay que ser breve, pero sin anunciar que se va a serlo.

Bueno, les pido disculpas porque no he tenido mucho tiempo de preparar esta charla.

Si no se contó con tiempo para preparar la exposición, no hay que decirlo. Con ello se predispone al público en contra del expositor.

Agradezco la invitación, aunque no me correspondería hablar a mí de este tema, que no lo domino mucho, sino a Fulano que no ha podido venir...

Si no se domina el tema no hay necesidad de que la gente lo sepa. Si no se está preparado es mejor no hacerlo, pero nunca hay que decirle al público que no se está preparado.

Ustedes sabrán comprender... Estoy con un poco de nervioso...

A nadie le importa eso. Si se dice que se está nervioso, no se conseguirá nada bueno, al contrario, la inseguridad se le trasmitirá al público.

Estimada Mesa Directiva, Estimado Doctor Esperencejo, Representante de la Organización... Licenciada Zutaneja, Representante de la Cámara de....

Hay que ser directos. Las presentaciones y protocolos le corresponden al maestro de ceremonia. Esto solo hará cansado y pesado el inicio de la exposición.


La fórmula AIDA:


A tención. Capte la atención total del auditorio.
I interés. Despierte el interés sobre el tema a tratar.
Deseo. Cree el deseo de hacer lo que usted está proponiendo.
Acción. Estimule a la acción y a estar de acuerdo con lo expuesto.

sábado, 18 de julio de 2009

Discurso "Yo tengo un sueño" de Martin Luther King


"Yo tengo un sueño"
El 28 de agosto de 1963 Martin Luther King brindó su discurso "Yo tengo un sueño" en los escalones del monumento a Lincoln en Washington D.C. Este discurso es considerado uno de los mejores de la historia y el mejor del siglo XX. Lee el texto completo de una oratoria histórica.

Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor demostración por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace años, un gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio.

Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro todavía no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.

Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de "Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad".

Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.

Sofocante verano del descontento

También vinimos a este punto para recordarle de Estados Unidos de la feroz urgencia del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.

Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás.
Pruebas y tribulaciones

Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: "Solamente para blancos". No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.

No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes apenas salieron de celdas angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.

Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada.
No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.

El sueño

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.
Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.
Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.
¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.

Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: "Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad". Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania! Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo spiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!"

martes, 7 de julio de 2009

La Radio Revista

LA RADIO REVISTA

(tomado de: www.radioteca.net)

Se suele afirmar por muchos investigadores que las radio revistas están dentro de las más escuchadas en nuestro medio. Sobretodo cuando estas ocupan grandes espacios dentro de la programación radial

Según los documentos rectores en estos espacios de la radio, pueden ser de tipologías diversas: informativas, de variedades, de perfil cultural, musical y de facilitación social, entre otros, de acuerdo a los intereses planteados. En ellas hay un requisito que es inviolable: tiene que predominar en cada emisión un hilo conductor (O tema central) el cual engarza de manera armoniosa y coherente al menos el 50% de las secciones o segmentos del programa.

Cuando hablábamos de que eran muy escuchadas es porque el tema tratado se aborda desde diferentes aristas en un mayor espacio de tiempo donde interviene desde el oyente hasta los propios especialistas. En estas radio revistas el uso correcto del lenguaje es una regla vital , y otra es la preparación profesional de sus conductores, así como un gran talento e inteligencia para crear por parte del Director que tiene que evitar que se le repita su espacio.

Los temas para ser abordados deben tener impacto en tu entorno (nadie escucha lo que no le interesa). Es muy importante que se logre la interacción con el publico meta al cual va dirigida. En casi la totalidad de las radio revistas el guión que se utiliza es Técnico y pueden tener notas o colaboraciones adjuntas.

La preparación individual para cada tema por parte del colectivo del programa es obligatorio, pues de este proceso depende la calidad del resultado final. Todo lo que salga en dicha emisión debe estar planificado, pero esto no frena que determinadas iniciativas propias del tratamiento del tema pueda modificar alguna parte del guión, pero en ningún momento puede convertirse en regla.

Las radio revistas pueden hacer uso de todos los recursos sonoros de la radio y en ella también se inserta música de todos los géneros, propaganda, colaboraciones, invitados, periodistas, dramatizaciones,investigadores etc. Todo esto unido por la creación tiene que lograr un sello que la distinga del resto de los programas de la emisora.

Dentro de la estructura de las radio revistas se puede incluir secciones dedicadas a la salud, ciencia y técnica, a la infancia, al deporte, a la mujer , etc. Incluso pueden implementarse pequeños espacios dramatizados cuando la extensión de la misma lo permita. Estos pueden ser permanentes u opcionales cuando se realizan por motivos muy especiales

Su horario de transmisión tiene que ser bien estudiado y SIEMPRE responderá a un estudio de audiencia para el cual se trabajará. Es condena a muerte el divorcio entre oyente y temas abordados..

Dentro de su estructura se puede incluir además boletines de noticias , radio chistes , partes del tiempo, deportes etc .

Un tema muy debatido y polémico es el referido a este : El abuso de música atenta contra el programa de manera fatal. Algunas razones indiscutibles son

· El oyente esta en sintonía porque el tema que se esta abordando le interesa y el abuso de números musicales distancia mas el abordaje del tema central y desespera al individuo que puede irse de la sintonía.

· Usar mas música te obliga a variar los géneros o saturar alguno y eso tiende aburrir

· El exceso de música rompe con el objetivo y perfil planteado en la ficha de Programa

· Otra razón es que la música debe estar en función del tema siempre y cuando sea posible , el uso excesivo aumenta mas el riesgo de distanciar el tema

· También demuestra poca preparación del tema o limitación de trabajos que te obliga a rellenar con Música

Mientras los programas variados abordan diferentes temas sin que exista un hilo conductor (se le da al oyentes muchas señales) , la radio revista invita al oyente a conocer sobre determinado tema desde varios puntos de vista logrando en ellos la atención y el deseo de conocer.

La revista es una forma de programa ideal para interactuar con el público y ganar su atención y escucha. Si pretendemos violar sus normas nos ganaremos un dinero fácil , pero jamás tendremos ni público para que nos escuchen ni prestigio , ni respeto ante todos.